¿Qué son los alimentos funcionales?

Los “alimentos funcionales” es un concepto de que está de moda desde hace unos años, sin embargo es un térmico que se aplica con cierta libertad a una gran variedad de alimentos que no lo son necesariamente. Un alimento funcional se define como un alimento que afecta de forma benéfica una o más funciones del cuerpo de alguna forma para mejorar la salud o disminuir el riesgo de una enfermedad. Además tiene que formar parte de un patrón alimentario normal, dígase de la alimentación en sí, por lo tanto no puede ser una cápsula, fórmula o suplemento dietético. 

Su historia comienza en Japón durante el año de 1955 el Dr. Minou Shirota creó la leche fermentada con probióticos, que es lo que ahora conocemos como Yakult. Posteriormente, en los años 80 se desarrollaron 3 proyectos para buscar alimentos que mejoraran la salud o FOSHU (Food for specific health uses). Debido a la popularidad de este tema, diez años después en Europa, la EFSA (European Food Safety Authority) generó lineamientos específicos para definir y delimitar que si se puede considerar como un alimento funcional o no. A su vez otras instituciones se encargan de delimitar esto en sus propios países, como la FDA (Food and Drug Administration) en Estados Unidos y la HC (Health Canada) en Canadá. En México la autoridad encargada sería la Cofepris (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios), sin embargo como es un tema muy nuevo todavía no se han generado normas para regular en nuestro país este tipo de alimentos. 

Para poder decir que un alimento es funcional se tiene que pasar por una serie de filtros que garantiza la seguridad alimentaria de las personas, así como que el mismo verdaderamente funciona para lo que se promociona. La única manera de garantizar la funcionalidad es a través de estudios científicos en células, animales y posteriormente en humanos. En estas se pretende medir diferentes biomarcadores biológica y metodológicamente validados para poder ver su efecto, así como identificar por qué vía metabólica se actúa y de qué manera específica beneficia el alimento a la salud.

 

Es importante recalcar que a pesar de que todos los alimentos tienen funciones, no todos los alimentos son funcionales. De la misma manera, que un alimento sea considerado funcional no significa que vaya a beneficiar a todos por igual, debido a nuestras diferencias genéticas y de estilo de vida. Por ejemplo, el betabel ayuda a sintetizar óxido nítrico, pero hay personas que tienen un gen llamado eNOS que funciona para lo mismo, a esta población específica no le va a producir ningún beneficio consumirlo por su composición genética.

Así que ya lo sabes, antes de compartir esa publicación en redes sociales hablando sobre alimentos funcionales, o antes de comprar cierto producto en el supermercado por sus supuestos beneficios, considera todo lo que debe de haber detrás del mismo para poder ponerle la etiqueta “funcional” y cuestiona la veracidad de dicha afirmación. No te quedes simplemente con lo que ves e infórmate al respecto, es tu derecho.


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