La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial que se caracteriza por un exceso de grasa corporal que representa un riesgo para la salud. La diferencia entre obesidad y sobrepeso es que la obesidad es un exceso de grasa, mientras que el sobrepeso es un exceso de peso, no necesariamente de masa grasa, para una estatura determinada. México ocupa el primer lugar a nivel mundial en obesidad infantil y actualmente existen alrededor de 4.1 millones de niños en edad escolar con obesidad. Para el 2015, el número de niños menores a 5 años con exceso de peso es de 42 millones a nivel mundial; y en México murieron 57 mil personas por enfermedades desencadenadas por el sobrepeso y la obesidad.
Las causas de la obesidad infantil son muy variadas, sin embargo es un hecho que no es solamente un factor que debamos corregir para poder evitarla. En realidad es mucho más complicado que la dieta y el ejercicio, hoy en día se vive en un “ambiente obesogénico” que envuelve la vida escolar, familiar y en sociedad. Esto corresponde a la falta de espacios para realizar actividad física, falta de apoyo para llevar un estilo de vida saludable, ejemplos inadecuados de personas cercanas o famosas, acceso a comida chatarra tanto en la escuela como en la casa, publicidad para estilos de vida no saludables, entre otros.
Si un niño en edad temprana desarrolla obesidad va a empezar a presentar sus complicaciones cuando es adolescente o adulto joven. Las consecuencias más serias de esta enfermedad son cardiopatías, resistencia a la insulina que conlleva a diabetes tipo II, hipertensión, hígado graso, síndrome metabólico, trastornos osteomusculares, algunos tipos de cáncer; entre otras. Todo esto disminuye la esperanza de vida de una manera dramática, tanto es que los expertos prevén que por primera vez en la historia la generación que ahora es joven va a tener un promedio de vida menor que la de sus padres. Además la obesidad infantil tiene otro tipo de repercusiones que afectan principalmente el autoestima, lo que puede llevar a depresión y problemas psicológicos que son igual de importantes que las dolencias físicas.
Para poder controlar y erradicar la enfermedad hay que tener una intervención multidisciplinaria con un equipo calificado de profesionales en salud, para atender las necesidades del niño en los diferentes ámbitos de su vida. De igual manera el tratamiento tiene que ser acompañado con el apoyo de la familia y personas cercanas al niño. El cambio tiene que surgir desde el interior, con la toma de decisiones saludables, para poder ver un cambio positivo con respecto a la enfermedad. Sin embargo la responsabilidad no cae del todo el los profesionales de la salud y los padres del niño, es de todos. Hay que cambiar lo más que se pueda el ambiente obesigénico en que vivimos para evitar que se siga expandiendo esta epidemia.
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